Si ya es complicado que a los intérpretes no los llamen «traductores», subimos la apuesta y añadimos otro personaje a la historia: los mediadores.
En España, cuando se habla de mediación suelen salir a relucir los mediadores de conflictos; la mediación en divorcios, en actos jurídicos; la mediación comercial, y un largo etcétera. Sin embargo, aquí estamos nosotros para añadir un mediador nuevo, que quizá ni te habías planteado que existía: el mediador intercultural.
Una figura muy poco conocida en algunos países, aunque muy utilizada en otros. El mediador intercultural se podría decir que es un tipo de intérprete que, además de trasladar el mensaje de forma oral de una lengua a otra para que emisor y receptor se entiendan, se puede permitir adaptar el mensaje para que no haya malentendidos lingüísticos o culturales.
Adaptar no significa cambiar a su gusto y semejanza. Adaptar en este caso significa que la idea que se transmite es la misma, pero puede resultar que haya que comunicarla de forma diferente. ¿Por qué hacen esto los mediadores? ¿Por qué no son fieles al original? La mediación no tiene por qué ser literal, así que sí que son fieles al original. Sin embargo, cuando estamos trasladando ideas entre culturas o entre niveles culturales, en ciertas ocasiones, hay que asegurarse de que la comunicación está siendo eficaz.
¿Hasta dónde puede el mediador sumergirse y hacerse partícipe? Existen millones de palabras escritas al respecto y, por supuesto, no hay un consenso de qué y qué no puede decir un mediador. Sin embargo, la mediación, al igual que otras técnicas comunicativas, es algo que se estudia, se entrena y se practica.
Indagaremos más en este apasionante tema, pero vayamos poquito a poco.